La liberación era esto: discriminar y felicitarse por ello

Un grupo de personas ocupa un edificio y declara que a partir de ese momento las personas de un determinado sexo tendrán prohibida la entrada. Es decir, reconocen abiertamente que discriminarán por cuestión de sexo.

Presentado así, sin adornos, seguramente le parecería mal a muchísima gente. Tratar a una persona de forma distinta Impedir la participación de una persona por su sexo, raza o religión está feo. Pero si decimos que quienes han ocupado el edificio son mujeres feministas y las personas a las que se excluye son los hombres, la cosa cambia. Entonces se aplaude la iniciativa, y si alguien se atreve a decir que sigue siendo discriminación sale a relucir el fantasma del polilogismo. No eres tú quien habla, sino el heteropatriarcado.

Hace poco leí una historia parecida. Una estudiante universitaria organizó un acto contra el racismo en una universidad británica. Poco después publicó en Facebook que si algún hombre o persona blanca había recibido una invitación, por favor, se quedase en casa. Apelaba a la responsabilidad de esos hombres o personas blancas, porque se trataba de un acto sólo para minorías étnicas y mujeres. Ah, y para personas «no-binarias».

bah

No sé si estas cosas son propias de una minoría desubicada, o si dentro de poco pasarán a formar parte del ritual de lo políticamente correcto. Tal vez la discriminación «buena» termine introduciéndose en las escuelas, del mismo modo que ya no se puede usar «alumnos» para referirse a todos los alumnos (y alumnas).

La noticia sobre la casa ocupada, aquí.

La noticia sobre el evento racista contra el racismo, aquí.