Pepe Álvarez es el secretario general de la UGT. UGT es una confederación sindical constituida en 1888, progresista, comprometida, reivindicativa, democrática e independiente, dicen en su biografía de Twitter. Y en Twitter recogían el viernes unas palabras de su secretario general: “También le quiero decir al señor Abascal que debería recordar lo que pasó en el País Vasco, el ahora es de los que está marcando, el apunta y sus cachorros disparan, hoy contra la estatua de #LargoCaballero y mañana veremos contra qué”
Viene a decir, apoyándose en la memoria -omitida, blanda, líquida- de lo que pasó en el País Vasco, que vandalizar una estatua de Largo Caballero, un tipo que lleva muerto casi tres cuartos de siglo, es equiparable a lo que pasó en el País Vasco. Lo que pasó en el País Vasco viene a ser, fuera del lenguaje propio de la UGT de Pepe Álvarez, terrorismo. Había gente que marcaba, gente que apuntaba y gente que disparaba. A personas, no a estatuas. De eso Largo Caballero podría dar una lección, un master, un seminario. Incluso un curso de formación. Entrar en esos detalles sería interesante, pero a mí me interesa más recordar algo mucho más reciente.
Desde hace varios años Sare organiza en enero una manifestación “por los presos”. Una manifestación en la que todos los años se cantan cosas como “Presos a la calle, amnistía completa”. Y una organización que declara abiertamente que su objetivo respecto a los “presos políticos” es la amnistía, vaciar las cárceles, y que hasta que no estén vacías “estaremos ante una resolución del conflicto inconclusa”.
El “conflicto” es la manera que Joseba Azkarraga elige para referirse a ese “lo que pasó en el País Vasco” de Pepe Álvarez. Pepe Álvarez es el secretario general de UGT, decíamos, mientras que Joseba Azkarraga nació en Salvatierra y fue diputado en el Congreso por el PNV y EA; senador también por PNV. Miembro de la Ejecutiva Nacional de EA; y Consejero de Justicia, Trabajo y Seguridad Social en la etapa de Juan José Ibarretxe como presidente del Gobierno vasco. Y desde hace varios años, portavoz y principal promotor de Sare.
Bien, pues al menos desde 2019 la UGT de Pepe Álvarez, que decía el viernes que había que recordar lo que pasó en el País Vasco, participa en la manifestación anual de Sare. Esa manifestación en la que se pide la amnistía para todos los presos de ETA, para todos los que se dedicaron a marcar, apuntar y disparar no contra estatuas ni contra personas muertas desde hace casi un siglo, sino contra personas que aún estaban vivas.
Pepe Álvarez es el representante perfecto de la memoria histórica sectaria que en España se pretende convertir en dogma. Una memoria histórica que consiste en borrar todo lo que incomoda a sus promotores y en atribuir a quienes no forman parte de su bloque los crímenes de sus padres, de sus abuelos o más habitualmente de gente con la que no tienen ninguna relación. Es el representante perfecto porque no se queda ahí y va un paso más allá. Pepe Álvarez es como el activista de izquierdas que recurre constantemente al “Israel está haciendo con los palestinos lo mismo que los nazis hicieron con los judíos”; y luego además va a una manifestación por la excarcelación de los dirigentes nazis. Un arquetipo difícilmente imaginable, pero que existe. Porque es eso lo que hace, salvando las distancias, cuando le dice a alguien que ha vivido desde joven amenazado por ETA que recuerde “lo que pasó en el País Vasco”, y cuando le acusa de marcar, apuntar y mandar a disparar a sus cachorros mientras la delegación en el País Vasco de su confederación sindical progresista, comprometida y democrática acude desde hace al menos dos años a una manifestación en la que se pide la amnistía de gente como la que asesinó a tres guardias civiles en Salvatierra.
Eso es lo que hace Pepe Álvarez, y puede hacerlo porque en España hoy va quedando cada vez menos memoria sin adulterar y menos registro sin autocorrector.
ACTUALIZACIÓN
Menos de medio año después, la UGT ha ido aún más allá. Ya no es que participe con normalidad en las marchas por los presos de ETA, sino que ha invitado a Otegi al XIII congreso que la sección vasca del sindicato ha celebrado en Vitoria. Y no sólo lo ha invitado sino que sus afiliados lo han aplaudido cuando han leído su nombre, y su secretario general ha defendido que esto es una lección para el resto de España, que debería aprender de la sociedad vasca.
El texto de esta semana en The Last Journo, sobre los tipos de democracia que hoy se pueden defender en España. No es hipérbole, es aritmética.