El adoctrinamiento realmente existente

El adoctrinamiento más pernicioso no es el que se produce en algunas escuelas de Cataluña o en algunas escuelas del País Vasco. Hay adoctrinamiento en algunas de esas escuelas, y es pernicioso. Y es pernicioso porque el adoctrinamiento en las escuelas es un mal en sí mismo, más allá de los efectos que pudiera generar, como apuntaba Aurora Nacarino-Brabo en Letras Libres.

Hay otro tipo de adoctrinamiento mucho más extendido y mucho más normalizado.
Es el adoctrinamiento mediante el que se les enseña a los niños que la ley y las normas son relativas, y que su incumplimiento no tiene consecuencias.
No la ley española; la ley, a secas.

No he trabajado en todos los centros educativos de España, pero he trabajado en unos pocos. Y en la mayoría de esos centros se transmite, con mayor o menor intensidad, la misma enseñanza: la ley no existe.
Existen palabras que evocan la ley, pero eso no es la ley. La ley ha de contar con mecanismos para que se haga cumplir, y sin esos mecanismos no hay ley. Al menos, no hay ley efectiva.

La ley en un centro educativo equivale a normas como la prohibición del uso del móvil, el cuidado del aula o la corrección en el trato hacia los profesores y hacia el resto de alumnos. Cuando estas normas se cumplen, no hay ningún problema. El problema es que cuando se incumplen no se trata como un problema. Se trata como algo normal. Cosas de la edad, no es tan grave, hace mucho calor, tienen que soltar energía. Tras la segunda oportunidad llega siempre la tercera, y la cuarta, y la quinta, y finalmente la universidad.

Porque el dogma del relativismo que domina nuestro sistema educativo es que no puede haber consecuencias. Hay avisos, broncas, consejos, escenificaciones de que algo va a pasar. Pero al final no pasa nada. Y los alumnos aprenden. Tendrán su móvil al final del día, o incluso antes. Irán a la excursión, el 3 será un 4 que será un 5. Seguirá el ruido, y todo eso será la norma.

Hoy, de manera misteriosa, hay ciudadanos, medios de comunicación y políticos que contemplan el crimen y la ley como dos posturas extremas, que esperan que la violación de la ley no tenga consecuencias y que no creen que exista el punto de no retorno.
Cómo habremos llegado a esto.