Vamos a ser analíticos, que siempre es lo más apropiado.
Lo primero, los hechos.
El PSOE de Sánchez -es decir, el PSOE y también el PSC, el PSN, el PSE, el PSIB de Sánchez- ha alcanzado acuerdos de gobierno con ERC y JxCat, que son dos de los partidos que promovieron hace menos de dos años un golpe de Estado en Cataluña. Ha alcanzado acuerdos de Gobierno también con la CUP, que además de participar en el golpe de Estado es lo más parecido a una Batasuna fuera del País Vasco, con la diferencia -no pequeña- de que no dependen de una banda terrorista para hacer política. Dos de sus dirigentes estuvieron, antes del golpe de Estado, en el homenaje al etarra fallecido Kepa del Hoyo, en el que se aplaudió a etarras como Txapote. Tienen incluso una organización juvenil equivalente a Ernai, Arran. Esta organización es orgánicamente independiente de la CUP. Es decir, operan sin correa. Y entre sus operaciones destaca el señalamiento público del juez Llarena o el vandalismo contra las sedes de partidos políticos considerados enemigos del pueblo catalán.
Sigamos siendo analíticos. El PSOE de Sánchez está a las puertas de alcanzar un acuerdo de Gobierno en Navarra con Izquierda Unida, Podemos y Geroa Bai. Con los nacionalistas y con la extrema izquierda. Un acuerdo de Gobierno que además necesitará los votos, y por tanto la participación, de Bildu. Y como necesitará sus votos, los dirigentes del PSOE ya han empezado a fabricar el mensaje de que Bildu es un partido tan legítimo como los demás, con la excepción de Vox, Ciudadanos y el PP, que son fascistas.
Podríamos seguir siendo analíticos. Podríamos recordar lo que han significado los pactos del PSOE con los nacionalismos en Cataluña, País Vasco o Baleares, más allá del peaje moral de pactar con partidos que entienden que el golpe de Estado o el terrorismo son herramientas legítimas en política. Podríamos recordar la política lingüística en Baleares, el Programa 2000 en Cataluña o los cuatro años de nada de López en el País Vasco. Podríamos recordar, en fin, que el PSOE no ve los pactos con nacionalistas como un mal menor, sino como la alianza natural del PSOE.
También podríamos engañarnos, pero decíamos que íbamos a ser analíticos.
Por último, vamos a recordar la utilidad de los votos de Valls y de Collboni en Barcelona: gobierna Ada Colau. Y el mismo día en que supo que iba a gobernar anunció que volvería -es importante este verbo, “volvería”, si somos analíticos- a colocar un lazo amarillo en la fachada del Ayuntamiento y volvió a decir que los acusados por el golpe de Estado en Cataluña eran presos políticos. Pero dijo, eso sí, que no era independentista. Ni antindependentista.
Bien, ésos son los hechos. Algunos, porque no es cuestión de recordarlos todos. Pero sí son los hechos más importantes para lo que vamos a decir ahora.
El futuro de España depende los votos de un partido como Ciudadanos. Es decir, Ciudadanos podría impedir que el PSOE de Sánchez volviera -es importante este verbo, si seguimos siendo analíticos- a pactar con partidos como ERC, JxCat o Bildu. Y es verdad. Podría hacerlo. Y para hacerlo tendría que sentarse a hablar con Sánchez. El mismo Sánchez que insiste en que no hay nada problemático en pactar con partidos como ERC, JxCat o Bildu.
Pero en fin, pasemos a la especulación. Imaginemos que Ciudadanos se sienta a hablar con Sánchez. Habría al menos dos posibilidades.
1 – Ciudadanos se deja llevar por algunas de las llamadas a la responsabilidad y permite que Sánchez sea elegido presidente del Gobierno. España está a salvo. Salvo por el pequeño detalle de que quienes más recientemente pusieron en serio peligro el futuro de España, quienes dieron un golpe de Estado hace menos de dos años, siguen gobernando en no pocas localidades junto al PSOE. Siguen gobernando Cataluña. Y seguimos. Algunos de los responsables individuales de ese golpe de Estado esperan la sentencia después del juicio por el golpe de Estado. Probablemente habrá condenas. El PSC que gobierna en no pocos municipios con los partidos del golpe de Estado ya ha dicho que intentarán que Sánchez indulte a los presos políticos -importantes las palabras, siempre- condenados. Y la cuestión, analíticamente, no es que se lleguen a producir esos indultos, sino que se haya permitido gobernar a quienes piden con total normalidad que se concedan esos indultos.
Seguimos. Probablemente el PSOE gobierna Navarra junto a Geroa Bai, Podemos y la izquierda restante. Y con Bildu. Dentro del gobierno o desde fuera, pero con Bildu. Porque sin Bildu no hay gobierno posible, salvo que haya un gobierno con Navarra Suma, que para el PSOE son los inequívocamente fascistas.
Bien, exactamente esto es lo que algunas voces llaman sentido de responsabilidad. Sánchez gobierna España y el PSOE mantiene sus pactos con quienes no aceptan las leyes comunes a las que todos los españoles debemos someternos.
Pero hay otras opciones.
2 – Ciudadanos se sienta a hablar con Sánchez. Y le dice lo que debería haberle dicho hace varias semanas. Precisamente por el bien de España, porque es su principal objetivo en política y porque es lo que exige la razón, pone las siguientes condiciones: ningún acuerdo de Gobierno con ERC, JxCat y Bildu. Ninguno, en ningún sitio, sin trampas. Ningún acuerdo de gobierno que dependa de sus votos. No hace falta ni siquiera exigir acuerdos de Gobierno con el PP o con el propio Ciudadanos donde sea posible; bastaría el sentido común. Y podrían seguir con las condiciones: pacto concreto, no comisiones vacías, sobre Educación y política territorial. Con análisis en la mesa sobre lo que está mal y con medidas para corregirlo: adoctrinamiento, disparidad en criterios de evaluación, diseño de la prueba de selectividad, costes de emplear como lengua vehicular lenguas que los alumnos no dominan, revisión de la función de la inspección educativa, revisión de los niveles de comprensión lectora, excelencia.
Creo que cualquiera de las dos condiciones (no a los pactos con ERC/JxCAT/Bildu y reforma profunda de Educación) sería rechazada sin miramientos. Porque no se entiende al PSOE sin los pactos con los nacionalistas, que es lo que vincula las dos posibles condiciones. No se entiende al PSOE, a este PSOE y al anterior, sin su empeño constante en expandir los relatos y las herramientas nacionalistas. Si el PSOE aceptase esas dos condiciones, o una de ellas -cualquiera; la otra llegaría como consecuencia necesaria- el PSOE dejaría de ser el PSOE, y probablemente se convertiría en un partido de izquierdas no nacionalista. Y efectivamente, eso sería una excelente noticia para el futuro de España. Pero no para el PSOE, para este PSOE. Porque la mayor parte de quienes forman parte de este PSOE no podrían respirar en un partido de izquierdas con un discurso firme frente al nacionalismo. Hay notables excepciones, claro. Siempre las hay, en casi todos los sitios. Pero en el caso del PSOE las excepciones están normalmente fuera del PSOE.
Así que en esta segunda opción el PSOE seguiría viéndose abocado, empujado, forzado a pactar con ERC, JxCAT y Bildu, porque las condiciones de Ciudadanos serían irrealizables, alimento para la crispación, no aceptamos cordones sanitarios, etc. Es decir, volveríamos a aquello que había que evitar.
Y la pregunta: ¿cuál de las dos opciones sería buena para España? ¿La primera, un pacto que se desentiende de los pactos del PSOE con quienes entienden la política como la relatividad de las leyes y el triunfo de la voluntad popular? ¿La segunda, un pacto con el PSOE que el PSOE jamás aceptaría, porque supondría una violenta transformación del PSOE?
¿De qué estamos hablando cuando hablamos de lo bueno para España, de aceptar lo peor que hay en la política española o de algo que no podría existir?
Hay una tercera opción, es verdad. El PSOE acepta las condiciones de Ciudadanos y entramos en la Era de la Razón. 8,7 en IMDB. E incluso una cuarta: el PSOE no acepta las condiciones, hay nuevas elecciones, los votantes castigan la irresponsabilidad del PSOE -sí, la del PSOE; je- y Ciudadanos se convierte en la segunda, quién sabe si en la primera fuerza política. Premio Hugo y Nebula.
Dicho esto: que se sienten con Sánchez. Es un error no hacerlo, porque al no hacerlo se permite que el mensaje siga siendo el que el PSOE quiere que sea, y porque es importante que haya un mensaje más allá de los vetos, de las consignas y de las representaciones enfáticas. Porque sin mensaje, es decir, sin una argumentación racional, sin ideas fundamentadas en la razón, no hay más que vacío. Y el vacío sólo funciona en algunos partidos políticos.
No nos engañemos; sentarse con Sánchez es una cuestión de estrategia política de un partido político, no sentido de Estado. El mero hecho de sentarse con Sánchez no sería bueno para España, sino, como mucho, bueno para Ciudadanos. El bien de España, de sus ciudadanos, está en las manos del PSOE. Ésa ha sido siempre la cuestión, hombre.