CAPÍTULO 5
AÑO 0
La narradora camina con Eduardo Madina. La bomba en 2002. Antes de la bomba, dice la narradora, ETA ya había asesinado a Buesa y su escolta, Ernest Lluch, López de Lacalle, Lidón, Santi Oleaga, etc. Una lista, unos segundos, y ya.
Cómo era vivir con ETA, con el miedo, le pregunta la narradora. Y qué cambió.
La narradora pasa a mencionar a cuántas personas mató ETA después de la tregua de 1999, y cuáles eran sus profesiones. Es literalmente imposible asimilarlo. Imposible. Vas oyendo números y profesiones, no nombres, ningún nombre, pasan titulares de la prensa de esos días rápidamente. Pasar página, literalmente.
Aparece Garbiñe Biurrun, invitada habitual de la ETB y magistrada del TSJPV. “Ha seguido de cerca los cambios en las leyes antiterroristas, las ilegalizaciones de la izquierda abertzale (habitual y siempre interesante expresión, por lo que no dice, por lo que deja como poso, porque, en esta ocasión, para esto, no hay explicación, no hay causas, y por tanto es una decisión arbitraria), el cierre de Egunkaria, el sumario 18/98”.
Y habla Biurrun: “Ha habido una parte en mi opinión del Poder Judicial que realmente han interiorizado esa idea de que tenía que estar en lucha directa contra el terrorismo, y de ahí ha surgido la tesis famosa de `Todo es ETA´. Yo esperaba que se desmontara todo un aparato judicial, creía que se iría desmontando poco a poco y desgraciadamente pues veo que no es así”. Ni la narradora ni la propia magistrada explican qué es eso del “Todo es ETA”. No explican qué es lo que está mal en las sentencias por colaboración con ETA a miembros de la izquierda abertzale, no explican quién defiende que todo sea ETA. Pero la narradora ya había relatado en el episodio anterior que el Código Penal comenzó a considerar terrorismo a las acciones de “violencia callejera”, y que muchos jóvenes fueron detenidos, y en este episodio habla de «ilegalizaciones de la izquierda abertzale», nunca de la subordinación probada, incluso confesada, de la izquierda abertzale a ETA.
Pasan a hablar del cierre de Egunkaria. Habla con un detenido en la operación contra el diario. Le pregunta a Torrealdai si habló con alguien de lo que le pasó. Cinco de los detenidos denunciaron haber sido torturados, dice la narradora. Todos ellos eran referentes de la cultura en Euskadi, dice también. La Audiencia Nacional absolvió a los acusados, Egunkaria nunca tenía que haber sido cerrado y no tenía nada que ver con ETA. Cuando sale alguien hablando de la famosa tesis del “Todo es ETA” y posteriormente mencionan un proceso en el que no había conexión con ETA, el efecto que se produce es evidente. Han mencionado también las ilegalizaciones, los sumarios contra miembros de la izquierda abertzale… Si ahora aparece Otegi no me sorprendería. Porque no hace falta decir que Otegi no era ETA. Basta que cuando se diga que Otegi fue parte de ETA alguien recuerde a Garbiñe Biurrun y la famosa tesis del “Todo es ETA”.
“¿Qué se perdió aquella noche del año 2003 que jamás volvió?”, pregunta la narradora al escritor Torrealdai. Buesa y su escolta, Lluch, López de Lacalle, Lidón, y las páginas que pasaban tan rápido que era imposible quedarse con todos los nombres. Pero aquí sí se detiene. Aquí no hay prisa, y en lugar de páginas que pasan rápidamente nos ofrece una conversación reposada. Torrealdai responde: “La inocencia. He visto el Estado por dentro y es oscuro, muy oscuro”. No se trata de hablar de vencedores y vencidos, no se trata de presentarlo como blanco o negro. Pero sí, el Estado por dentro es muy oscuro, y no, no hay tiempo para Buesa, López de Lacalle, Lluch o Lidón.
Ahora de nuevo el proyecto de investigación sobre tortura y malos tratos, en cuanto Torrealdai nos deja su análisis sobre la luminosidad del Estado. La unidad didáctica es un proceso al Estado, esto lo veo ahora. No tengo ninguna duda de que ése es su único objetivo. “Este informe recoge más de 500 denuncias de tortura y malos tratos en la década”, dice la narradora. “Ésta es Beatriz Etxebarria, denunció haber sido violada en el proceso de incomunicación. El Tribunal Europeo de DD HH condenó a España por no investigar esa denuncia”. Foto de Unai Romano, antes y después de ser detenido por la Guardia Civil.
«Éste es Daniel, el hijo de Pilar. Murió con 20 años en los atentados yihadistas del 11M”. De nuevo vuelve a haber tiempo para el factor humano. No para los familiares de Buesa, López de Lacalle, Lluch o Lidón, pero sí para la madre de una de las personas asesinadas en un atentado yihadista, en Madrid. “Necesito saber qué ha ocurrido”, decía al comienzo del episodio 1. Habla la narradora con Pilar Manjón. “¿Por qué eres la presidenta de la asociación de víctimas del 11M, qué te mueve en lo personal?”.
Estas palabras de la narradora son esenciales: “El Gobierno de Aznar trató de hacer creer a la gente que el atentado era obra de ETA. Tres días después perdieron las elecciones”. Es esencial porque no se limita a exponer sino que juzga las intenciones, es capaz de saber que no fue falta de información ni inercia, sino un intento objetivo de engañar, de mentir a la gente. No hace lo mismo con las treguas de ETA, por poner un ejemplo, ni con las denuncias de tortura investigadas y desestimadas. El engaño aparece sólo para referirse a un Gobierno que tiene que reaccionar de inmediato a un atentado masivo. Por cierto, es la segunda vez que aparece Aznar. La primera fue un pequeño vídeo en el que se le veía decir eso del «Movimiento vasco de liberación». Ahora, el intento de engañar a la gente. Lo que no ha salido es el intento de asesinato por parte de ETA, del que salió ileso.
“Qué es lo que las víctimas pueden aportar a la sociedad y qué papel tenéis que tener”. Esto se lo pregunta a Pilar Manjón, la presidenta de una asociación de víctimas de los atentados yihadistas del 11M. En un documental sobre ETA. Esto no se lo ha preguntado a víctimas de ETA. En el documental, las víctimas de ETA han hablado sólo de perdón, de la necesidad de la calma interior, de claveles rojos y blancos. Es también lo que dice Pilar Manjón.
La narradora pasa a explicar que tras el 11M ETA no cometió ningún atentado mortal en dos años, que “según el Ministerio de Interior” la cúpula de ETA fue descabezada hasta en 15 ocasiones en esa década, que casi 1.400 personas fueron detenidas “acusadas de pertenecer o colaborar con ETA”. Aparece una imagen de Thierry detenido, otra de Txeroki en un periódico, en el titular se puede leer “ETA pierde a su jefe más sanguinario”, se puede leer si le das al pause, y puedes saber quién es y qué hizo si tienes más de 25 años y has leído algo, difícilmente si tienes 15 ó 17 años. Sigue. “Las ilegalizaciones de la izquierda abertzale ya habían empezado, pero todavía se mantenía en las instituciones”. Ya es la segunda vez que lo expresa así. Como si fuera un proceso, un acto arbitrario de una deidad omnipotente. La idea de ilegalizar es que alguien pone algo donde no había nada. Aleja la idea de que había gente que alternaba su condición de político con su condición de miembro de ETA, o la idea de que ETA tenía tanto una rama terrorista (“armada”, dirían la narradora y los miembros de ETA) como una rama política. La idea es que la izquierda abertzale fue ilegalizada, y así la idea de que ETA formaba parte de la izquierda abertzale, de que dirigía la izquierda abertzale, pasa fácilmente al cajón de “la famosa tesis del Todo es ETA” que mencionaba la magistrada Biurrun, y hoy aparecía en El Mundo la denuncia de que en dos institutos de Vitoria varios alumnos habían realizado un homenaje a un preso de ETA, y también había carteles con su cara y banderas de Presoak Etxera, y me acuerdo también de aquel instituto de Hernani en el que otros alumnos se reunieron durante el “Gudari Eguna” con fotos de etarras y el mensaje de Agur eta Ohore, pero eso, que las ilegalizaciones de la izquierda abertzale ya habían empezado, la foto de la detención de Thierry, quién será ese señor gordo que parece estar pasándolo mal.
Ahora entra en escena Ibarretxe. La voz en off explica quién fue y qué hizo Ibarretxe, la narradora sonríe mientras habla con él por la calle. Explica cómo Ibarretxe fue a defender un nuevo estatuto que reconocía el derecho del “pueblo vasco a decidir su futuro”. “Lo hice subiendo a esa tribuna sin llevar ningún tipo de armas”, dice a la narradora Ibarretxe.
“Éste es el velódromo de Anoeta en un mitin de la izquierda abertzale en 2004. Batasuna ya había sido ilegalizada (¿Pero por qué? ¿Qué base había, Jonan? ¿No hubo recursos? ¿Tal vez tuvo que pronunciarse el Tribunal Europeo de Derechos Humanos? ¿Y qué dijo? ¿O mejor no decir nada? Al fin y al cabo, estamos en el minuto 8. Hace muy poco hemos escuchado a un señor decir en euskera que el Estado por dentro es oscuro, muy oscuro) y por primera vez, su líder, Arnaldo Otegi, apostó claramente por las vías democráticas”. Su líder, Arnaldo Otegi, había apostado previamente por las vías del secuestro, en ETA, y puesto que estaba en ETA, por el asesinato, la amenaza, la extorsión. Pero no ha habido tiempo para mencionarlo en estos 88 minutos. “Es más difícil hacer la paz, a veces, que hacer la guerra. Hacer la paz significa sacar el conflicto político y armado de las calles y llevarlo a la mesa de negociación. Buscar la alianza de nuestros adversarios y llegar incluso al final, a buscar la complicidad de nuestros enemigos”. Quién es este Otegi, podría preguntarse un alumno de ESO o Bachillerato. Un hombre que apostó por la paz, claro. Un hombre que empieza a tener historia sólo desde ese momento.
Aparece ahora Jesús Eguiguren. “La política no hacía nada por acabar con ETA, porque estaban ya las posiciones fijadas, ETA mataba, venía el ministro o el Presidente, estaba unos minutos con los familiares, se iba a Madrid, hacía declaraciones… en fin, todo era ya una rueda que estaba engrasada desde hace años y que funcionaba, pero que nadie hacía nada distinto para pararlo”. Cuál será la idea que se transmite con estas palabras. Unos hacen una cosa, los otros hacen otra cosa, y así todo el tiempo. Unos, otros. Y la cosa funciona, es decir, tiene un propósito, un diseño, cumple unos objetivos.
Narradora: “Jesús Eguiguren no parece un político. Dice que su obsesión ha sido siempre conseguir la paz”. Y esta presentación, qué. Qué idea transmite. De Eguiguren y de los que, en fin, imagino que sí parecen políticos. Cuál sería la obsesión de éstos. Porque cuál no era ya lo sabemos, o ya lo sabrán quienes vean esto en un aula. ¿Mantener funcionando la rueda? Sigue la presentación. Y la narradora dice esto: “Jesús y Arnaldo se conjuraron para conseguir la paz”, se reunieron durante cinco años en el caserío de Peio. No puede haber un único relato, suele decir Jonan Fernández. Imagino que lo que quiere decir es que hay un relato, uno, en concreto, que no puede ser el único relato. Éste está quedando bien engrasado. Otegi, el hombre de paz. Repaso a las negociaciones de ETA con el Gobierno español. Reunión en Bruselas con Josu Ternera, ¿quién será Josu Ternera?, nadie, claro. Sigue la conversación entre la narradora y Eguiguren. “¿Y tú cómo sabías que lo que estabas haciendo estaba bien?” “Todo lo que habíamos hecho hasta entonces el Estado lo podía asumir. Es decir, ni habíamos vendido Navarra, ni habíamos dicho que iba a haber amnistía, todo iba dentro de los cauces democráticos”. Explica después Eguiguren que, en un momento dado, aparece Thierry (quién será ese señor gordo), desaparece Ternera. Peticiones de amnistía. “No pensarás que va a salir el que mató a Miguel Ángel Blanco. El primero, porque para nosotros tiene más mérito el que se ha picao a 15 que el que ha quemao un autobús”, sigue explicando Eguiguren. “El atentado de la T4 te pilla en una reunión con Arnaldo Otegi”. “Él quería que transmitiera al Gobierno que esto no era el fin… Y yo, es el fin, el Gobierno no puede seguir negociando después de esta bomba. Éramos conscientes de que en Batasuna iba a haber una especie de rebelión, oye, este loco nos ha jodido la salida digna que hemos conseguido”.
Aparecen dos mujeres, dos “víctimas de la violencia” que no se conocían antes de la reunión en Irlanda, en Glencree. Una es Mari Carmen Hernández, viuda de Jesús María Pedrosa, concejal del PP asesinado por ETA. La otra es Axun Lasa, la hermana de Jose Antonio Lasa, asesinado por el Gal. Porque Euskadi, la historia reciente, es la historia de dos violencias. Todo empieza con el franquismo, y después ETA, la abstracta ETA, y el Estado. Hay matices importantes, y hay matices, detalles, en los que no se puede entrar. La aceptación social de una y otra violencia, la complicidad, ¿sería la misma, ETA y el terrorismo de Estado?. La duración de ambas. Qué efectos produjeron. La recepción de quienes formaron parte de esas dos violencias en la actualidad, cómo son tratados. La presencia y justificación de esas violencias en el entorno social. Nada de todo eso. Es la historia de dos violencias, y punto. Hay sufrimiento en los dos lados. Y Otegi hizo posible la paz. Quién era ese señor gordo al que se llevaban detenido. Quién será el que mató a Miguel Ángel Blanco, ¿ha aparecido Txapote en estos 90 minutos? Nadie, nadie. Sólo lo abstracto.
Aparece ahora Paul Rios, la Conferencia de Paz de Lokarri. Vuelve Elkarri, director, guionista, productor y protagonista. “¿Por qué en 2011 ETA decide cesar la lucha armada sin negociar? Para tratar de entenderlo vamos a retroceder diez años, hasta el principio de la década”. Habla de Aralar. Cifras de muertos por año tras Lizarra. 11M. Tregua de 2006. Bomba de la T4, “matando a dos personas”. Quiénes, hombre, un poco de vergüenza. Quiénes eran esas dos personas. ¿Tenían hijos, familiares, amigos, o eran sólo tinta en un periódico? Otegi. Rubalcaba. ETA mata a dos guardias civiles en 2007. ETA mata a cuatro personas más al año siguiente. Aparecen los retratos, quien los conozca previamente sabrá ponerles nombre. “Y a otras tres en 2009. Ese mismo año cinco miembros de la izquierda abertzale son encarcelados por tratar de reorganizar a la ilegalizada Batasuna”. ¿Pero cómo que es imposible un relato único, Jonan? Si ya casi lo tienes, hombre. Rafa Díez y Otegi condenados a diez años, el resto a 8. “El proceso de ilegalización de la izquierda abertzale comenzó siete años antes, con la ley de partidos. Durante ese tiempo fueron ilegalizados más de diez partidos y plataformas electorales, hasta que en 2008 y 2009 la izquierda abertzale no pudo presentarse a las elecciones. Durante esta década casi 1400 personas son detenidas acusadas de pertenecer o colaborar con ETA”. Es la misma redacción que la de Gara/Naiz. Siempre son acusados de, nunca condenados por. La gran plaga de detenciones que cayó del cielo. O que vino desde las entrañas del Estado, tan oscuro por dentro. “Según el Ministerio de Interior, 22 de ellas pertenecían a la cúpula, la mayoría no llegaba a estar un año en la dirección de ETA antes de ser detenidas”. Según, es importante ese según. Porque después dice que la izquierda abertzale, tras numerosas asambleas, pide algo a ETA. Da igual lo que pida. Lo importante es dejar claro que la izquierda abertzale, agente 1, pide a ETA, agente 2. Porque 1400 personas son detenidas acusadas de, nunca condenadas, y porque Garbiñe Biurrun y la famosa tesis del Todo es ETA. La izquierda abertzale nunca tuvo nada que ver con ETA, hombre. Otegi, el líder de la izquierda abertzale. Quién será ese señor gordo, y no, no me suena, ¿Luis Abaitua, dice? No, lo siento. Rufi Etxeberria, Sortu: “La izquierda abertzale rechaza y se opone al uso de la violencia o a la amenaza de su utilización para el logro de objetivos políticos”. Pocos meses después, la conferencia de Aiete.
Retrocedemos un par de minutos: “¿Por qué en 2011 ETA decide cesar la lucha armada sin negociar? Para tratar de entenderlo vamos a retroceder diez años, hasta el principio de la década”. Y allí, diez años antes, la narradora y los alumnos encuentran un relato. La rama política de la izquierda abertzale acabó con la rama terrorista de la izquierda abertzale, pero con otras palabras, claro. El relato no es más que la elección de las palabras precisas para presentar unos hechos como si fueran otros hechos. ¿Y qué hay de las causas? ¿Por qué haría eso la izquierda abertzale? ¿Qué peso tuvo la actuación policial? ¿Qué podía hacer ETA, qué es lo que quedaba de ETA? Nada. No hay nada. Y aparece Patxi López. “Como Lehendakari ¿qué responsabilidad sentiste?” “Una vez que habíamos acabado con la violencia, ¿cómo consolidábamos la convivencia de los que somos distintos en este país?” Hay demasiadas cosas ahí. Dice también que todavía tenemos esto último pendiente, sobre todo una parte, cuánto le cuesta a Bildu decir que esto no debió haber pasado. Pero son siempre las mismas fórmulas vacías. ¿La violencia? ¿Qué violencia, la de las olas en San Sebastián, la de los coches? ¿La convivencia de los que somos distintos? ¿De los que somos distintos en qué sentido? ¿No será la convivencia entre quienes eran asesinados y amenazados y quienes aún siguen pensando lo mismo, entre quienes eran asesinados y quienes celebraban los asesinatos y homenajean a los asesinos? ¿Qué es lo que impide que Patxi López hable claro ni siquiera ahora, ni siquiera en una unidad didáctica como ésta? ¿»En este país», Patxi?
Aparece ahora Borja Sémper. “Comparto espacios políticos con quienes hubieran justificado que a mí me mataran. Lo mínimo esperable es que digan que que su comportamiento estuvo mal, que se equivocaron”. Narradora, sonriendo: “Hoy mismo vamos a estar con Hasier Arraiz, que como tú ha sido padre recientemente”. “¿Tú te imaginas a tu hijo y al suyo jugando en el parque, siendo amigos?” “Sí, claro. Nosotros tenemos la obligación de construir las condiciones para que puedan vivir en esa Euskadi y que no sea una mochila cargada de piedras las circunstancias que sus padres tuvieron que vivir”.
La circunstancia de Hasier Arraiz es que de joven fue miembro de Jarrai y de mayor fue miembro de ETA. No según el Ministerio de Interior, no acusado de. En el juicio en el que fue condenado, reconoció que formaba parte de ETA. Ésa es la circunstancia del padre.
“Hasier, ¿cuántos años has pasado en la cárcel?” “Pasé dos años y medio en la cárcel”.
“A ti personalmente te tocó vivir la época de las ilegalizaciones de la izquierda abertzale”. “Sí, dormíamos con un ojo abierto porque siempre teníamos un coche de la policía debajo de casa, es decir, unas condiciones en las que es realmente muy difícil hacer política. No soy quién para decirle a nadie qué autocrítica tiene que hacer pero sí que me gustaría que fuera compartida”. Unas condiciones en las que es muy difícil hacer política. La narradora no interpela aquí. Jonan, el Gobierno vasco, no aprovecha para preguntar por las condiciones en las que los concejales del PP o del PSOE hacían política en Rentería, en San Sebastián, gracias a gente como Hasier Arraiz. Hasier, que hacía política en ETA, lamenta las condiciones en las que tenía que hacer política, tenía un coche de la policía en la calle. Dos violencias, dos sufrimientos, a ti se te muere el padre a mí se me pierde el boli.
“¿Y tú personalmente la harías?”
“Yo reconocería que cuando sufríamos no reparábamos en lo que podía estar sufriendo el de al lado, y eso es algo de lo que yo creo que personalmente he participado”.
“Hemos estado con Borja Sémper, que también ha sido padre recientemente como tú y le hemos preguntado si se imaginaría a su hijo jugando con tus hijas, y nos ha dicho que sí”.
“Sí, no esperaba otra respuesta, la verdad. Me gustaría que los que estamos ahora fuéramos capaces de que nuestras heridas las pudiéramos cerrar de modo que no las heredaran nuestros hijos ni nuestras hijas”. El que formó parte de ETA y el que formó parte de un partido político a cuyos miembros ETA, es decir, la izquierda abertzale, puso en la diana: «nuestras heridas».
“Lehendakari, han sido décadas de violencia. Qué hemos aprendido personalmente, qué has aprendido”. Aparece Urkullu, imagino que para cerrar con el responsable último del documento.
“Tenemos que hacer autocrítica del silencio en el que cómodamente hayamos podido estar instalados aun estando en contra de lo que ha sido el ejercicio de la violencia, y que si nos callamos estamos de alguna manera no justificando, pero sí dejando que no seamos una sociedad sana”. Alabanzas al programa Adi Adian, miles de personas han escuchado a personas como Axun y Mari Carmen.
Narradora: “Lo que escribamos de ahora en adelante está en nuestras manos. Porque es nuestro futuro. Mi futuro. Tu futuro”.
Y así termina esto. Literalmente.
Ni un segundo para el papel de la Iglesia vasca, reparo en ello ahora. Ni Setién, ni Arrieta Pérez de Mendiola, ni Herria 2000 Eliza. Nada. En 100 minutos. Tampoco para la extorsión, el llamado impuesto revolucionario. Ni un segundo para demasiadas cosas.
El quinto y último episodio abarca la década de los 2000. Éstos son los minutos que se dedican a cada una de las escenas:
Madina: 1:45
Asesinatos de Lidón, Lluch, Buesa, López de Lacalle, entre otros: 24 segundos.
Los 38 asesinatos en 2000 y 2001, sin nombres, sólo las profesiones: 27 segundos.
Garbiñe Biurrun, “todo es ETA”: 47 segundos.
Egunkaria: 1:35
Informe del Gobierno vasco sobre tortura y malos tratos, II: 29 segundos.
Pilar Manjón: 1:42
Detenciones, ilegalizaciones, Ibarretxe, Otegi: 1:43
Eguiguren, negociaciones: 2:58
Glencree, Lokarri, Conferencia de Paz: 2:31
Por qué ETA decide “cesar la lucha armada”, Patxi López: 4 minutos.
Borja Sémper y Hasier Arraiz, los hijos: 2:23
Urkullu, final, cerrar heridas: 2:30