«En esta vida hay que ir de frente»


Oskar Matute es un hombre abnegado. No hay en España alguien como él, capaz de traicionar los principios más firmes que le presumen sus fans por el partido en el que milita desde hace años. Oskar Matute, como sabemos, milita en EH Bildu, agrupación que en el fondo consiste en Sortu y un par de campanitas. En lo esencial Bildu y Sortu son lo mismo, no hace falta centrarse en la matriz más franca. Bildu y Sortu son la agrupación y el partido político que celebran las excarcelaciones de etarras, que organizan homenajes a los etarras, que niegan que esos etarras fueran asesinos políticos -sustituyen “asesinos” por “presos” como si ya hubieran sido presos antes de poner las bombas y de apretar los gatillos- y que piden la liberación inmediata de todos los etarras. Son la agrupación y el partido que organizaron un acto multitudinario en Galdácano por el fallecimiento en prisión de Kepa del Hoyo, condenado por los asesinatos mediante bomba lapa de Daniel Villar y Modesto Rico Pasarín. La agrupación en la que Oskar Matute milita sin aparentes incomodidades es también la de Bea Ilardia, hasta no hace mucho concejal de EH Bildu en Galdácano. Bea Ilardia escribió un tweet tras la salida de prisión de Tomi Madina, condenado también por pertenencia a ETA. En el tweet se veía a Tomi Madina retirar su placa de la herriko taberna. A su derecha estaba la placa de Jon Bienzobas, y a su izquierda la de Xabier García Gaztelu, ‘Txapote’. Y sobre todos ellos, el mensaje de la compañera del abnegado Matute: Uno menos y en Galdácano aún echamos en falta a otros doce. ¡Bienvenido, Tomi! 
También escribió un tweet Iñigo HernandoEste domingo tendremos de nuevo en Galdácano a Tomi. Seguiremos trabajando hasta que todos los demás estén en casa.


Tomi Madina hoy se dedica a hacer de guía en visitas oficiales sobre memoria histórica lejana en el pueblo, pero el Ayuntamiento debería aprovechar su conocimiento y organizar también, de vez en cuando, alguna visita sobre memoria histórica reciente. Hay suficientes hitos de importancia en Galdácano, y Tomi Madina conoce de primera mano cómo se ejecutaban esos hitos. Tomi Madina también aparece en un vídeo de EH Bildu (0:43) junto a Iñigo Hernando y Bea Ilardia.

https://twitter.com/GaldakaoEHBildu/status/924188605739929600?s=20

Bea Ilardia es hoy la portavoz en las Juntas Generales de Vizcaya del partido en el que milita Oskar Matute.  Iñigo Hernando es hoy el alcalde de Galdácano por el partido en el que milita Oskar Matute. Y Oskar Matute, el abnegado Oskar Matute, al que los simpatizantes tal vez no demasiado convencidos de la historia y la decencia de ese partido suelen presentar como caballito blanco de la paz y la no violencia, dijo ayer en el Congreso, dirigiéndose a las “derechas extremas”, lo siguiente:

“En esta vida hay que ir de frente”.
Es tan abnegado el bueno de Oskar Matute, hombre de firmes principios contra la violencia, que sacrifica todos esos principios y valores por su partido. Por un partido en el que gente como Bea Ilardia puede llegar a portavoz de las Juntas Generales, y gente como Iñigo Hernando puede llegar a alcalde. Por un partido cuyos dirigentes organizan homenajes a asesinos como Kepa del Hoyo. Asesinos que solían ir por la espalda, claro. Agazapados esperando a que su víctima de ese día, su “fascista”, mostrase la nuca o se subiera a su coche, solo o con su familia. Detalles que tampoco parecen incomodar al seguro que también humanista Matute.
Es tan abnegado Oskar Matute que no sólo sacrifica diariamente sus principios pacifistas por un partido que tiene como referentes a los asesinos de más de 800 personas, sino que además sacrifica periódicamente sus principios democráticos por un partido que organiza actos de repudio y coacción contra otros partidos o asociaciones a las que Matute llama “derecha extrema”. Es un demócrata tan convencido, tan crítico, tan excepcional, que mientras él combate al “fascismo” en el Congreso, sus compañeros de partido organizan actos de repudio contra los asistentes a actos cívicos en pueblos del País Vasco como Rentería y Miravalles. Y no es un sacrificio coyuntural, un tragarse algunas pequeñas molestias a cambio de un bien mayor: el bien mayor para su partido sería que todos los asesinos de ETA salieran de la cárcel. El bien mayor por el que trabaja el partido de Oskar Matute es ver a Txapote abrazado a Bienzobas, a todos los txapotes y bienzobas de los pueblos del País Vasco, en público, rodeados y jaleados por cientos de personas. Nunca lo han escondido. Y por eso trabaja también el pacifista Oskar Matute. Por la victoria póstuma de ETA, por la escenificación de una victoria que no ocurrió como deseaban pero que dejó algunos efectos deseables para ellos. Trabajan para que quienes se dedicaron durante décadas a conformar mediante el asesinato y el exilio forzado una Euskal Herria nacionalista y de izquierdas, sólo nacionalista y sólo de izquierdas, puedan presumir de haberlo conseguido mañana mismo, sobre las tumbas de quienes asesinaron y por la televisión de quienes ya no viven aquí.

Ayer, tras la lectura en el Congreso de la lista de víctimas de ETA, ésos que ya “no pertenecen al futuro que los vascos y las vascas tienen por delante”, como minutos antes dijo también en el Congreso su compañera de partido Mertxe Aizpurua refiriéndose a aquéllos a los que ahora no pueden amenazar con la desaparición física, el íntegro Matute finalizó su intervención de respuesta con un par de chascarrillos. Es lo suyo. De su inteligencia y decencia no suelen presumir sus fans, así que no podemos presumir que también las sacrifique constantemente. En eso, al menos, puede desplegar su naturaleza completa.
Tras la lectura de la lista de asesinados por ETA, a cuyos militantes y dirigentes el partido de Oskar Matute adora como si fueran luchadores por la libertad, a Oskar Matute no le temblaron las piernas. Salió a la tribuna como quien sale a tomar potes a la herriko, con los autores de esos asesinatos a sus espaldas. No le temblaron las piernas porque imagino que lee a sus palmeros y se cree los principios que esos palmeros le atribuyen.

Los principios de alguien que milita en un partido político se van desgastando desde el primer día que se acerca a la sede. Esto es natural. Lo de Oskar Matute es otra cosa. Oskar Matute decidió hace mucho que su casa política estaba en la izquierda abertzale. Comparte mesa y mantel con Arnaldo Otegi. Con  Mertxe Aizpurua, cuya contribución más importante a la democracia en España fue que trabajó como editora en Egin. Con Pernando Barrena. Con Bea Ilardia. Y con todos los miembros de la sociedad vasca que consideran héroes a los peores miembros de la sociedad vasca. A gente como Txapote, Bienzobas, Ibon Muñoa o Josu Ternera.
Muchos creen que hablar de esto es hablar del pasado. Veámoslo.
Bea Ilardia e Iñigo Hernando sobre Tomi Madina: 2016. Actos por Kepa del Hoyo: 2017 y 2018. Bienvenida y “Free Them All” de Bildu y Sortu a Ibon Muñoa, antiguo concejal de Herri Batasuna y colaborador en el asesinato de Miguel Ángel Blanco: 11 de octubre de 2020; hace menos de dos semanas.
Y éstos son sólo algunos de los muchos casos en los que el partido del abnegado Matute se revuelca en la sangre de otros.


Oskar Matute se atreve a decir a personas que jamás han participado en un asesinato o en un secuestro, que jamás han entendido la política como una persecución física a otros ciudadanos, que se quiten el disfraz de demócratas.
Lo de Oskar Matute no es ni siquiera un disfraz. Son dos etiquetas mal puestas, dos pegatinas manchadas, gastadas y llenas de pelos, que apenas se sostienen sobre su camisa.

La UGT, el terrorismo y la memoria

Pepe Álvarez es el secretario general de la UGT. UGT es una confederación sindical constituida en 1888, progresista, comprometida, reivindicativa, democrática e independiente, dicen en su biografía de Twitter. Y en Twitter recogían el viernes unas palabras de su secretario general: “También le quiero decir al señor Abascal que debería recordar lo que pasó en el País Vasco, el ahora es de los que está marcando, el apunta y sus cachorros disparan, hoy contra la estatua de #LargoCaballero y mañana veremos contra qué

Viene a decir, apoyándose en la memoria -omitida, blanda, líquida- de lo que pasó en el País Vasco, que vandalizar una estatua de Largo Caballero, un tipo que lleva muerto casi tres cuartos de siglo, es equiparable a lo que pasó en el País Vasco. Lo que pasó en el País Vasco viene a ser, fuera del lenguaje propio de la UGT de Pepe Álvarez, terrorismo. Había gente que marcaba, gente que apuntaba y gente que disparaba. A personas, no a estatuas. De eso Largo Caballero podría dar una lección, un master, un seminario. Incluso un curso de formación. Entrar en esos detalles sería interesante, pero a mí me interesa más recordar algo mucho más reciente.

Desde hace varios años Sare organiza en enero una manifestación “por los presos”. Una manifestación en la que todos los años se cantan cosas como “Presos a la calle, amnistía completa”. Y una organización que declara abiertamente que su objetivo respecto a los “presos políticos” es la amnistía, vaciar las cárceles, y que hasta que no estén vacías “estaremos ante una resolución del conflicto inconclusa”.
El “conflicto” es la manera que Joseba Azkarraga elige para referirse a ese “lo que pasó en el País Vasco” de Pepe Álvarez. Pepe Álvarez es el secretario general de UGT, decíamos, mientras que Joseba Azkarraga nació en Salvatierra y fue diputado en el Congreso por el PNV y EA; senador también por PNV. Miembro de la Ejecutiva Nacional de EA; y Consejero de Justicia, Trabajo y Seguridad Social en la etapa de Juan José Ibarretxe como presidente del Gobierno vasco. Y desde hace varios años, portavoz y principal promotor de Sare.

Bien, pues al menos desde 2019 la UGT de Pepe Álvarez, que decía el viernes que había que recordar lo que pasó en el País Vasco, participa en la manifestación anual de Sare. Esa manifestación en la que se pide la amnistía para todos los presos de ETA, para todos los que se dedicaron a marcar, apuntar y disparar no contra estatuas ni contra personas muertas desde hace casi un siglo, sino contra personas que aún estaban vivas.
Pepe Álvarez es el representante perfecto de la memoria histórica sectaria que en España se pretende convertir en dogma. Una memoria histórica que consiste en borrar todo lo que incomoda a sus promotores y en atribuir a quienes no forman parte de su bloque los crímenes de sus padres, de sus abuelos o más habitualmente de gente con la que no tienen ninguna relación. Es el representante perfecto porque no se queda ahí y va un paso más allá. Pepe Álvarez es como el activista de izquierdas que recurre constantemente al “Israel está haciendo con los palestinos lo mismo que los nazis hicieron con los judíos”; y luego además va a una manifestación por la excarcelación de los dirigentes nazis. Un arquetipo difícilmente imaginable, pero que existe. Porque es eso lo que hace, salvando las distancias, cuando le dice a alguien que ha vivido desde joven amenazado por ETA que recuerde “lo que pasó en el País Vasco”, y cuando le acusa de marcar, apuntar y mandar a disparar a sus cachorros mientras la delegación en el País Vasco de su confederación sindical progresista, comprometida y democrática acude desde hace al menos dos años a una manifestación en la que se pide la amnistía de gente como la que asesinó a tres guardias civiles en Salvatierra.

Eso es lo que hace Pepe Álvarez, y puede hacerlo porque en España hoy va quedando cada vez menos memoria sin adulterar y menos registro sin autocorrector.

ACTUALIZACIÓN

Menos de medio año después, la UGT ha ido aún más allá. Ya no es que participe con normalidad en las marchas por los presos de ETA, sino que ha invitado a Otegi al XIII congreso que la sección vasca del sindicato ha celebrado en Vitoria. Y no sólo lo ha invitado sino que sus afiliados lo han aplaudido cuando han leído su nombre, y su secretario general ha defendido que esto es una lección para el resto de España, que debería aprender de la sociedad vasca.


El texto de esta semana en The Last Journo, sobre los tipos de democracia que hoy se pueden defender en España. No es hipérbole, es aritmética.