Hace unos días estábamos viendo una serie en casa. El apocalipsis zombie se ha producido, y un grupo de supervivientes llega a un enclave que parece ser el último refugio de la civilización. Después de cuatro temporadas es evidente que la cosa va a acabar mal. Pero la cuestión es que el enclave sí parece civilizado. Se supone que otros miembros del grupo han llegado antes, pero no los vemos. Uno de los líderes de la comunidad les muestra el refugio. Parece gente normal, y si hubieran querido matarlos ya lo habrían hecho. Y entonces llega esta escena.
Nos miramos, no decimos nada, y se confirma la sospecha: la cosa va a acabar mal. Lo interesante del asunto es que los dos llegamos a la misma conclusión por vías muy distintas. Paramos el capítulo.
– ¿Te has fijado?
– Sí. Son caníbales.
La cuestión es que ella se ha fijado en los detalles. Hay efectos personales del grupo que había llegado previamente, del que aún no sabíamos nada. Una ballesta, una chaqueta, un uniforme con refuerzo, repartidos entre varios miembros de la comunidad. Tengo que retroceder la escena para darme cuenta, y estoy seguro de que se me escapan dos o tres.
En cambio, yo digo «son caníbales», y ya. Convencido. No hay ninguna evidencia. La mujer de la escena está sirviendo un guiso*, y uno de los miembros de la comunidad les acerca un plato. De alguna manera, la cara de la mujer y el hecho de que esté guisando algo hacen que se me presente la idea. Son caníbales. Y no es una sospecha.
Mediante la observación ella sabe que algo va mal. Los otros personajes habían llegado al refugio, y no se habrían desprendido de esos objetos voluntariamente. Los han matado o los tienen secuestrados. No hay otra explicación. Bueno, en realidad hay muchísimas explicaciones, pero ésta parece la más probable. Así que ese «sabe» tiene que ser manejado con precaución. Como todo el conocimiento humano, por otra parte.
Mediante la intuición… bien, en primer lugar, ¿qué es eso a lo que llamamos «intuición»? La definición común es muy vaga. Una idea que se nos presenta. ¿Que se nos presenta cómo? El concepto da pie a la introducción de elementos espiritualistas. «Una revelación». Pero esa idea, como todas las demás, no nos llega del aire. No nos llega gracias a una Inteligencia infinita, sea ésta externa o interna. No es algo que captamos directamente. Ha de ser necesariamente el producto de una serie de ideas e impresiones previas. De la experiencia, al fin y al cabo. Y sé que estoy manejando estos conceptos de manera muy imprecisa. La idea que se nos presenta súbitamente, la intuición, es producto de nuestra mente. Desconozco qué es lo que sucede ahí dentro. Pero sé que no es azar -nada lo es-, y que no se explica mediante el recurso a lo espiritual.
Así que, de algún modo, experiencias previas me llevan a pensar que esas personas son caníbales. No ha habido nada que lo indique claramente. Es sólo un guiso, es sólo un plato, y es sólo una señora removiendo el guiso. ¿Qué es lo que conecta los puntos? No he conocido muchos caníbales en mi vida -salgo poco del pueblo- así que lo más probable es que la experiencia previa provenga de la ficción. No recuerdo ninguna otra serie, ni cómic ni novela en la que ocurriera algo parecido. Pero ahí está lo curioso del asunto. No hace falta. Ese proceso no es consciente, no sabemos cómo se conectan los puntos. No distinguimos cuáles son las experiencias que conectan con lo que estamos viendo en un momento concreto. Pero la conexión se da, independientemente de que la veamos. O mejor dicho, la conexión se da, y el hecho de que no la veamos es lo que hace que llamemos a eso «intuición».
Evidentemente, la intuición no es un conocimiento fiable. Tal vez ni siquiera se pueda decir que sea conocimiento. Pero la utilizamos a diario. O partimos de ella. Tenemos, por ejemplo, «intuiciones filosóficas«. Creemos en el libre albedrío o por el contrario somos deterministas. Podemos leer al respecto, incluso textos que presenten evidencias en contra de nuestra intuición. Pero difícilmente la cambiaremos.
En cualquier caso, nos estamos metiendo en aguas profundas y yo sólo quería hablar de esa escena. Acerté. Eran caníbales. Pero no lo sabía. Otras veces, mientras vemos una película, digo «ése, ése es el asesino». Sí, formo parte de ese colectivo de seres molestos. O suelto la frase que van a decir. Suelo acertar. Pero seguramente tendrá que ver con estructuras que se repiten en la mayoría de los guiones, así que no serviría de nada en la vida real.
En resumen: si el apocalipsis zombie se produjera, haría bien en confiar en la observación.
* No era un guiso, sino una barbacoa.