La foto, el texto y el periodismo

Kepa del Hoyo ha fallecido hace unas horas en una prisión de Badajoz.
Kepa del Hoyo fue miembro del ´comando vizcaya´de ETA, y cumplía condena por el asesinato de Daniel Villar y de Modesto Rico Pasarín. En el asesinato de Daniel Villar, Del Hoyo participó como autor. Colocó una bomba-lapa bajo el asiento del vehículo de Villar, y el policía nacional falleció en el Hospital de Cruces pocas horas después.
En el asesinato de Modesto Rico Pasarín, Del Hoyo participó como informante. Proporcionó datos como la descripción y los horarios de la víctima o la descripción de su coche, y otros miembros de ETA colocaron una bomba-lapa en el vehículo del policía nacional.

Escribí sobre Kepa del Hoyo, vecino de Galdácano, en esta entrada.

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He conocido la noticia en la web de naiz.eus, el portal del periódico Gara.
Y ha ocurrido algo curioso. En la noticia han utilizado una foto que saqué el año pasado para el blog, cuando comencé una serie sobre los presos de ETA de Galdácano. Los ensalzadores de Del Hoyo y de sus compañeros colocan sus fotos en las fiestas del pueblo, como homenaje y para pedir su liberación. En septiembre del año pasado fotografié el montaje con las caras de Del Hoyo, Txapote o Jon Bienzobas, entre otros, y fui recortando la imagen para escribir sobre cada uno de ellos.
Así que al buscar «Kepa del Hoyo» en Google Imágenes, la primera foto que aparece es la que incluí en el blog. Y en Naiz, en una noticia que omite cualquier dato sobre los motivos por los que Del Hoyo estaba en la cárcel -«fue detenido en 1998»-, han decidido utilizar esa misma foto.
Lo mismo han hecho medios como ABC, 20 minutos, Antena 3 o La Vanguardia.
También El Correo. Después de escribir a la autora de la noticia en este medio para preguntar sobre la fuente de la fotografía, han decidido cambiarla por otra, que en mi opinión es mucho más apropiada.
Creo que obrar así evidencia cierta vagancia en el oficio. Habrá que escribir rápido la noticia, imagino. Pero acudir a Google y coger la primera foto que aparece no creo que sea profesional. Entre otras cosas porque esa foto la habían elegido los amigos de Del Hoyo.

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En Naiz, decía, han tomado la foto pero nada del texto. Kepa del Hoyo es «el preso de Galdakao», y como biografía destacan que «fue detenido en 1998 y en 2002 denunció haber sido agredido por un funcionario de la cárcel de Badajoz».

En Público, Danilo Albin deja el siguiente (auto)retrato: «La Audiencia Nacional había dictado varias condenas contra él, acusado de participar en distintos atentados, entre los que se encontraba el asesinato del policía Modesto Rico». La negrita es original del texto de Albin. El resto de la noticia la dedica a condenar, firmemente y sin construcciones extrañas, la dispersión.

La entrada en el blog lleva hoy más de 1.600 visitas. Imagino que muchos de los que han entrado son vecinos de Galdácano que han visto las siguientes imágenes y han googleado el nombre. Puede que algunos de ellos acudan a la «movilización y acto nacional» que Sortu ha convocado para el próximo sábado 5, en la Plaza del Ayuntamiento del pueblo. No sé si habrán llegado a leer los nombres de Daniel Villar y Modesto Rico Pasarín, o si lo habrán dejado cuando han leído «asesinato».

En la primera foto: «La prisión ha matado a Kepa. El pueblo no va a perdonar.«

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Del Hoyo participó en el asesinato de al menos dos personas y era miembro de la banda terrorista ETA, pero Sortu se refiere a él como «preso político».

Del Hoyo ha fallecido por un infarto mientras practicaba deporte, pero las cárceles, el PNV, el PSOE, el PP y la dispersión son culpables de su muerte. Ellos sí, «asesinos».

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Otegi sobre Kepa del Hoyo:
«No se puede entender un desenlace fatal como el que le ha ocurrido a nuestro compañero»

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No me alegra el fallecimiento de Kepa del Hoyo.
Lo de Otegi, Sortu, sus comparsas, sus periodistas y sus votantes sólo me produce asco.

Savater y la admiración

A mí me ha gustado siempre tener gente a la que admirar. Todos admiramos con la parte de admirable que hay en nosotros.

Esto decía Fernando Savater hace unos días en el curso sobre los valores de la Transición que organizó Miguel Ángel Quintana Paz en Valladolid.
Probablemente estaba citando a algún autor, pero mi memoria nunca fue gran cosa. O si lo fue, no lo recuerdo.

El caso es que al escucharle uno desearía que tuviera razón. Allí estaba Savater, y antes habían estado Arcadi Espada y Cayetana Álvarez de Toledo, y después estarían los jóvenes Andrea Mármol y Ferran Caballero, además del propio Miguel Ángel Quintana.

A mí también me ha gustado siempre tener gente a la que admirar, empezando por lo más cercano, por lo que tenía en casa. Pero creo que no se elige a quién se admira.
Afortunadamente a mí me dio por admirar a mis padres como ahora ocurre también, salvando las distancias, con los arriba citados. Podría haberme dado por admirar al Che Guevara o a Otegi, pero no fue el caso.

Lo que no sé es hasta qué punto estas decantaciones son una elección voluntaria y no algo mecánico. Estaría bien que Savater tuviera razón y que admirásemos con la parte de admirable que hay en nosotros. Algo parecido a lo dicen que dijo Borges sobre los libros que escribió y los que había leído. Pero me temo que lo que nos lleva a unos y no a otros es algo que no controlamos.

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Hubo otras palabras de Savater que merecen atención. Dijo, también citando a alguien que no recuerdo, que la idea de que el intelectual siempre tiene que estar contra el poder es como la idea de que el hombre tiene que salir con paraguas aunque no llueva.

Esto que hoy me parece evidente me habría parecido estúpido hace quince años.
Pero sospecho que sería algo discutido y discutible en la arena.

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Retomo la colaboración en El Subjetivo. Sobre la imposibilidad de que una institución tenga al mismo tiempo carácter prescriptivo y descriptivo. O bien debemos conformarnos con observar y describir usos y costumbres, o bien podemos aspirar a algo más. No sólo en el ámbito lingüístico. El artículo: Idos/iros.

Monólogo

El hilo en Twitter es el vicio dentro del vicio.
Se detecta que un tweet va a ser el primero de un hilo en cuanto se lee, sin necesidad de 1/n. Como supongo detectan la ola que aún no se ha manifestado aquéllos que pasan más horas dentro del agua que fuera de ella.

Es desde luego un vicio extraño, responderse a sí mismo a la vista de otros.
Es verdad que no se trata de una auténtica respuesta. Eso sería algo más serio que un vicio. Pero también es verdad que produce una sensación incómoda el hecho de repetir tres, cuatro o quince veces el «respondiendo a» uno mismo.

La única ventaja es que, al contrario de lo que ocurre en las conversaciones de verdad, quien recibe la respuesta nunca se ofende.

El posicionamiento de Facu Díaz

Ayer se cumplían veinte años del secuestro de Miguel Ángel Blanco.

Mañana se cumplirán veinte años del asesinato de Miguel Ángel Blanco por parte de ETA. Concretamente -siempre, siempre hay que concretar- fue asesinado por Francisco Javier García Gaztelu, José Luis Geresta Mujika e Irantzu Gallastegui Sodupe. Y por Ibon Muñoa, que era Concejal de HB en Eibar y colaboró con quienes llevaron a cabo el asesinato.

Geresta Mujika apareció muerto en 1999 de un tiro en la sien. Los informes forenses apuntaron al suicidio, algo que posteriormente fue confirmado por la Audiencia de Guipúzcoa.
El etarra era natural de Zizurkil, una localidad guipuzcoana. En un pleno del ayuntamiento, PNV, EA y HB aprobaron una moción en la que calificaban la muerte de Geresta Mujika como «sospechosa» de ser un «nuevo episodio de la guerra sucia utilizada por el Estado español». Posteriormente, el ayuntamiento puso el nombre de uno de los asesinos de Miguel Ángel Blanco a una plaza de la localidad. Tras una petición de familiares de Fernando Múgica y de Miguel Ángel Blanco, la placa fue retirada en 2008.

García Gaztelu y Gallastegui Sodupe permanecen en prisión, así como Ibon Muñoa.

A ellos y a todos los presos de ETA, algunas personas los denominan «presos políticos». O «represaliados». O «refugiados», cuando escapan para no entrar en la cárcel.
Los organizadores del festival Hatortxu Rock son unos de los que los llaman así. Hatortxu Rock es un festival solidario con los presos de ETA que pide poner fin a la dispersión.
Y algo más. En su web oficial pide que todos los «represaliados» por el «conflicto armado» puedan estar «en casa, libres y vivas». Su lema es «Txori askeen unea heldu da», o «Es el momento de los pájaros libres».
Libres, no encerrados en cárceles del País Vasco.

Pero más allá de la ambigüedad de cara al exterior, de lo que no hay duda es de que para quienes participan en este festival, los asesinos de Miguel Ángel Blanco, entre muchos otros, son presos políticos.

Una de las personas que participará en el festival es el conocido comediante Facu Díaz.
El humorista siempre se ha lamentado por las persecuciones que ha sufrido debido a sus tuits o a sus performances en programas como La Tuerka. En una entrevista en Público afirmaba que se sentía víctima de una caza de brujas cuyo objetivo real era Pablo Iglesias.
Hace unos días comentó en Twitter algo sobre el juicio contra los supuestos agresores de Alsasua. «Decir que nadie debe ir 50 años a prisión por un tobillo roto te posiciona automáticamente con los malos», se lamentaba tras las respuestas recibidas.

https://twitter.com/facudiazt/status/882265174085955589

 

Pero no, no es eso lo que posiciona al humorista Facu Díaz con los malos.
Lo que posiciona al humorista Facu Díaz, no con los malos sino con quienes defienden que los asesinos de Miguel Ángel Blanco son presos políticos, son sus actos.

El 28 de julio, Facu Díaz actuará en un festival que llama a García Gaztelu, a Irantzu Gallastegui o a Ibon Muñoa, entre muchísimos otros, «presos políticos». Un festival que pide que ellos y muchos como ellos «vuelvan a casa».

Eso es lo que posiciona y define al conocido comediante Facu Díaz.

Y ahora, que sigan las bromas y las risas.
Pero sin caretas.

facuhatortxu

 

En realidad es todo mucho más sencillo

Estos días se cumplen veinte años del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Varios ayuntamientos han querido recordar la fecha. Algunos han resaltado la reacción ciudadana que siguió al crimen. Otros han preferido recordar el crimen en sí, y de algún modo volver a señalar a los responsables.
Muchos ayuntamientos han optado por no hacer nada. El de Bilbao y el de Madrid, por poner dos ejemplos.

En el ayuntamiento de Galdácano no hay previsto ningún acto para recordar el asesinato de Miguel Ángel Blanco.
No tendría demasiado sentido. Entre otras razones, porque en el pueblo hay un homenaje diario al asesino de Miguel Ángel Blanco.

La que comparte la foto es concejal de EH Bildu, segunda fuerza política en el ayuntamiento.
Habría que preguntarse qué sentido tiene pedir condenas públicas y compromiso con las víctimas del terrorismo a quienes nunca han dejado de homenajear a los terroristas.
Qué sentido tiene pedir un homenaje a Miguel Ángel Blanco a quienes están deseando que su asesino salga de la cárcel para poder recibirlo con cariño en la plaza del pueblo.


(La foto celebraba la salida de prisión de «Tomi» Madina, condenado a siete años por ser miembro de ETA)

La injusta invisibilización de Alberto Garzón

Hace unas semanas, Alberto Garzón se quejaba por la escasa visibilidad que se concedía a Izquierda Unida tras su pacto con Podemos.
Alberto Garzón fue durante un tiempo el líder mejor valorado por los españoles.

Alberto Garzón es esto. Alberto Garzón se concentra en este tuit.

Decía por aquí hace poco que la imposición de la verdad es una tarea muy complicada. Los afectos mandan.
Habrá quienes al leer ese tuit capten la esencia de Alberto Garzón.
Y habrá quienes consideren que es el mejor líder de España, precisamente por lo que dice en ese tuit.

Es inútil explicar qué es Alberto Garzón y qué encierran sus palabras. Son valores básicos los que nos hacen reaccionar de una manera o de otra ante lo que dice, lo que es, Alberto Garzón. Son afectos.
Y por mucho que se visibilice, por mucho que se explique, quien aplaude esas palabras difícilmente verá la miseria que se encierra en alguien como Alberto Garzón.

Aun así, alguien como Alberto Garzón no puede ser injustamente invisibilizado.
Existe el deber de difundir sus palabras.
Porque los afectos cambian, y tienen límites.

 

La pelota vasca

Esta película es una invitación al diálogo.
Esta película está concebida desde el respeto a cualquier opinión.
Esta película se solidariza con quienes sufren la violencia relacionada con el conflicto vasco.

Así empieza ‘La pelota vasca’.
La segunda frase de la presentación es una pista de lo que será. La tercera frase anula el misterio.

Dejo a continuación algunos de los momentos y de los vídeos destacados.

Primeras intervenciones.

Mariano Ferrer, periodista: Hay dos polos que inciden en el conflicto vasco. ETA y el Gobierno de Madrid, eso es evidente.

Ramón Saizarbitoria, sociólogo y escritor: Esos dos bandos, tirando, están dificultando algo esencial que es el mutuo entendimiento.

Carlos Garaikoetxea: Lo que no se puede es recurrir al dogmatismo respaldado por la violencia. La violencia de las pistolas (Ø) o la violencia del monopolio de la fuerza del Estado.

Paisajes montañosos. Mikel Laboa. Eso y escenas de deportes vascos y del campo es el hilo conductor de la película.

José Antonio Ardanza: Hay unos vascos que se sienten vascos(…) Otro 50% de los vascos se sienten vascos, pero su identidad nacional, patriótica, es España.

Ramón Alzate, psicosociólogo: Fundamentalmente el conflicto de una manera importante está ahí, en la definición de cada uno de lo que es ser vasco.

Arnaldo Otegi deja su primera aportación, que es ya un clásico: Pensamos que el día en que en Lekeitio o en Zubieta se coma en hamburgueserías y se oiga música rock americana y todo el mundo vista ropa americana y deje de hablar su lengua para hablar inglés y todo el mundo esté en vez de estar contemplando los montes funcionando con internet, pues para nosotros ése será un mundo tan aburrido tan aburrido que no merecerá la pena vivir.

 

 

Aparece un fragmento de un documental de Orson Welles sobre «los vascos». Somos especiales. Y aborígenes europeos.

El euskera.

Aparece Xabier Eguzkitze, bertsolari, presentador de la ETB y periodista. Lanza un bertso sobre el futuro de Euskal Herria -«dónde vas», se pregunta-, y espera que tenga el color del paisaje. Imagino que el paisaje que ve Eguzkitze es verde. El que se ve tras él, al que señala, es esencialmente piedra. Gris.

José María Satrustegi, escritor-humanista, etnógrafo, miembro de la Real Academia de la Lengua Vasca: Nuestra lengua es el camino hecho a medida para sacar nuestra sensibilidad y nuestro pensamiento.

Me acuerdo a la vez del romanticismo, de la lengua, del nacionalismo. De Alemania.
Eguzkitze, de nuevo: Mi patria es el euskera. No está enamorado de Euskal Herria sino del euskera, añade.

Aparece Arzalluz: El que en un pueblo pequeño como éste se hayan mantenido unas características de tipo genético durante miles de años… eso no supone ni superioridad ni inferioridad. Lo que sí supone es convivencia de milenios de una gente, y por tanto creación de modos, de cultura, de lengua, etcétera.

Imagino que la negrita no era necesaria.

 

Es el turno de Antoni Batista, a quien no tenía el placer de conocer. Periodista, escritor, crítico musical y redactor de La Vanguardia. Negrita en sí mismo: Yo creo que ETA es un problema de raíz y naturaleza política, el conflicto vasco es así, y que esto es un problema político y que en la medida en que políticamente se resuelva se resolverán sus efectos. (…) ETA es la última manifestación de un problema atávico.

 

 

Otegi: En 200 años no hay una sola generación de vascos que no haya conocido la cárcel el exilio la tortura y la muerte ligada a la política.

Ahora el tema es «el conflicto».

Javier Ortiz dice que se habla como si ETA fuera el único conflicto, y dice que no es así, que no es el único, y que de hecho ya existía un conflicto antes de que apareciera ETA.
Antonio Álvarez Solís, periodista: Quizá el terrorismo sea un producto de esas cuestiones sin resolver.

Más imágenes de pelota, Mikel Laboa, Guernica.

Escena de lo que parece ser una película. Un maestro golpea las manos de dos alumnos. «Ésta es una escuela española. Aquí sólo se habla español. El vasco está prohibido porque vosotros sois españoles».

«¡Vascos!», responden los niños al unísono. «¡Españoles!», responde el maestro, golpeando de nuevo. Y así tres veces.

El conflicto, ETA. Y el montaje.

Julen Madariaga, uno de los fundadores de ETA: Empezamos por lo cultural, el enemigo reacciona fuertemente, duramente, ni siquiera una actividad cultural la soportaba. La reacción fue desproporcionada por parte del enemigo, se nos persiguió. Y eso nos obligó a pasar a la segunda etapa, que fue la política. Allí empezaron ya los primeros interrogatorios, los primeros sopapos, los primeros visos de tortura. Y esto nos obligó a pasar a la última fase, a la militar.

Imágenes del atentado de Carrero Blanco, de una película sobre el atentado, seguramente «Operación Ogro».
Se muestra el júbilo, gente cantando el «Carrero voló», lanzan cosas al aire, sonrisas.

De nuevo Mikel Laboa, «Haika mutil» (Arriba muchacho). Imágenes del Franco en el féretro. El tipo del buzo azul que saluda al dictador. Ikurriñas y esteladas. Más franquistas despidiendo al dictador. Jóvenes con el puño en alto, hombres con boinas e ikurriñas. Bajan el féretro de Franco, pancartas de independencia. El funeral multitudinario de Franco, titular «Euzkadi reivindicó en paz sus derechos». La corona, los reyes. Manifestación por la autodeterminación. La Constitución, el Árbol de Guernica y Garaikoetxea.

Al final de la canción, el muchacho se cansa. Estábamos en el conflicto, ETA. Y el montaje.

Vemos ahora un autobús de familiares de presos de ETA que van a visitar a estos últimos a una prisión de Huelva.
Habla una madre con su bebé en brazos. Se lamenta por las incomodidades del viaje. Y lo que hay que pasar, lo que es un viaje de 2.000 km en día y pico.

Podría ser la escena más importante de la película. Porque en paralelo habla también Cristina Sagarzazu, la viuda del ertzaina Ramón Doral, a quien ETA asesinó en 1996.
En el montaje se encadenan los lamentos de las dos. La viuda del ertzaina asesinado por ETA y la mujer del etarra. Y se podría pensar que es precisamente un acto de compromiso del director, Julio Medem, puesto que el espectador se dará cuenta de lo que ha perdido una y lo que ha perdido la otra.
Bien, podría ser. Hay no obstante una cuestión que pasa desapercibida, salvo que el espectador vea una segunda vez la película, o salvo que quiera escribir sobre ella. No se sabe quién es la pareja del etarra que va de viaje a la prisión. No aparece su nombre en la pantalla, al contrario de lo que ocurre con los otros participantes en el documental. Y por lo tanto no aparece, tampoco, el etarra. Ni sus actos, ni sus víctimas.
Ésta es la clave de la película, y del relato.

 

Aparece Eduardo Madina: Yo no estoy en contra de la violencia de ETA sólo. Estoy en contra de la violencia. De la que ejerce un asesino (Ø) que pone una bomba y mata o de la que ejerce un guardia civil o un yo qué sé qué torturando a una persona porque cree que esa persona es no sé qué (Ø).

 

 

González, sobre el GAL: Yo creo que no se puede decir que fuera terrorismo de Estado.

El montaje ofrece ahora imágenes, muy rápidas, de Ortega Lara, atentados, manifestaciones contra ETA, bueyes arrastrando piedras, Ordóñez, más bueyes, aizkolaris, más atentados, un aizkolari de alguna película que arroja su hacha. Y Mikel Laboa.
Seguro que esas imágenes encierran un mensaje.

Alec Reid, quien habla sobre lo que le choca. Le choca, como supone le chocará a cualquier demócrata, que las autoridades españolas no quieran hablar con el PNV del conflicto político, le choca que digan que el conflicto es el que plantea ETA, un grupo de salvajes. Eso, para Reid, es casi una forma de locura, de no querer ver la realidad.

Se habla de Elkarri. Son partidarios.

Se habla del PP. No son partidarios.
Batista, el crítico musical, periodista y redactor de La Vanguardia, dice que desde la victoria del PP se da en España una pérdida de peso de la libertad de expresión y de las libertades en general.
Se suceden las críticas. Todos los «medios de Madrid» dan una visión única sobre «el conflicto». Arzalluz dice que toda paranoia necesita crear un enemigo en quien descargar las iras. Pero cree que el enemigo es él, y los paranoicos los otros.
Sádaba se pregunta si en España está surgiendo un neonacionalismo, un neofranquismo, y se contesta que no. Porque lo hubo siempre.
Incluso Antonio Elorza advierte de los peligros a corto y largo plazo de cerrar los ojos ante lo negativo de la «ideología nacionalista española del PP».

Peces Barba: El PP no ha entendido la Constitución ni ha entendido la filosofía que lleva detrás.

Ardanza comienza a hablar de la historia, de los vascos, de lo vasco y de los vascos en la Historia. Y de cúando los vascos se han sentido cómodos con España y de cuándo no.
En este momento comienzan a hablar del carlismo.
Imágenes de aurreskus, alardes, el campo. Los fueros (leyes propias antiquísimas, se lee en la. pantalla) y las imposiciones. El folklore vasco, coros y danzas, y una canción de Mikel Laboa: repitamos una y otra vez nuestras palabras, que no se olviden, que no se pierdan.
Es realmente ancestral.

Iñaki Villota, sacerdote: En el origen del actual problema vasco está la frustración que trajo consigo la abolición foral del 75-76, y luego sobre todo los cuarenta años de franquismo.

Las víctimas.

Ramón Etxezarreta, concejal de Cultura del PSE en San Sebastián, amenazado por ETA, en una de las intervenciones más destacables de la película: Yo siempre he sentido una doble condición de víctima. Por un lado eres víctima de la violencia (Ø) y por otro lado eres víctima de los protectores y de los defensores de las víctimas.

Fermín Muguruza: Es que aquí siempre se dice que sólo viven amenazados unos y los demás no… Yo cada día recibo cinco correos electrónicos con «Te mataremos», «Ya matamos a un Muguruza y tú serás el segundo».

Sádaba: Bueno yo ante un amenazado lo primero que tengo que decir es respeto y defensa del amenazado. Ahora, tampoco se puede vivir de estar amenazado.

Antxon Lafont es empresario y fue presidente de la Cámara de Comercio de Bayona. Y deja a la altura del Gorbea las intervenciones de otros abyectos: Así que esos intelectuales que se han ido, algunos sí, amenazados de muerte, otros se consideran amenazados de muerte, igual con razón, pero hay otros que le sacan juguillo a la cosa.

El mero texto no puede reflejar a Antxon Lafont. Hay que ver el vídeo.

 

 

José Ángel Cuerda, ex alcalde de Vitoria (PNV): No es posible pedirle objetividad a quien está sufriendo el impacto terrible de esta violencia política. Luego…

Gabilondo, el ejemplar Gabilondo: Lo que sí creo es que hay una especie de amenazados oficiales, son casi amenazados profesionales, y hay otros que están igual de amenazados y que no lo dicen tanto.

Aparece de nuevo el PP, el ausente. Por su culpa ETA rompió la tregua. Por su culpa y por la de ETA. Los dos polos, los dos bandos.

José María Garmendia, catedrático de Historia Contemporánea, de quien tenemos sólo una frase: La lucha armada de ETA, el terrorismo, es un conflicto de muy baja intensidad. De muchísima intensidad claro para los que lo sufren, pero perfectamente asumible e incluso puede ser instrumentalizado para la defensa de una determinada política de poder.

Sádaba: Para eso sirve mucho Euskadi, entre otros, para buscar un enemigo, como el terrorismo general o universal sirve a Bush.

Javier Madrazo: Se está utilizando el sufrimiento profundo de esta sociedad para obtener rentabilidad electoral en el conjunto de España, para que en España no se hable de otra cosa que del conflicto vasco.

Madina, de nuevo: Creo que hay otros partidos que no tienen voluntad en acabar con el problema. Porque el Partido Popular, toda su aureola electoral, y todo su movimiento y toda su estrategia gira alrededor de la gestión del dolor que ETA genera, y de su posicionamiento con respecto a un problema.
El chico que era incapaz de odiar.

El PP, que no quiso participar en la película a pesar del papel protagonista que le concede el director.

De nuevo, y de nuevo en paralelo, Cristina Sagarzazu, la viuda de Ramón Doral, y la pareja de un etarra.
Sagarzazu cuenta cómo fue el atentado.
La pareja del etarra, sobre su hijo: Además es que está concebido en la cárcel, el pobre.

Sagarzazu: Al principio mis mayores miedos era no hacerlo bien y que un día uno de mis hijos se considerara con derecho a hacer lo mismo que le habían hecho a él, es decir, a matar al padre de otro. Si uno de mis hijos matara a alguien desde luego me… él hunde su propia vida, hunde la de otras personas pero es que a mí me hace polvo.

La mujer del etarra: Son sentimientos contradictorios de todos los niveles, una persona que es tan generosa o que es capaz de querer tanto y que a la vez pues tenga que… o que haga ese tipo de acciones.
Que normalmente son las personas más altruistas, yo las que conozco eh, más generosas, y tú le conoces en la calle y ves que es una persona tan cariñosa y que tiene tantas amistades que no puedes concebir que lo que haya hecho lo haya hecho porque sí. Lo puedes compartir o no, pero sabes que hay una motivación muy fuerte para que haya llegado a hacer eso.

Pero, como decía antes, «eso» no aparece. Ni eso, ni quién, ni nada. Sólo el sufrimiento de su pareja.

 

Después de esto, el final de la película se precipita.
Gabilondo y Madina están en contra de la ilegalización de Batasuna.

Alec Reid defiende el diálogo para lograr una solución democrática al «conflicto». Los dos enemigos deben reconocer que el otro tiene parte de verdad. Tienen que dialogar democráticamente.

Lo que pasa es que no queda claro si el segundo enemigo es ETA o el PNV. El primero, lógicamente, son las autoridades españolas.

Atxaga deja una última reflexión, apreciable.

Bueno, yo sueño con la ciudad vasca. Además el juego de palabras me favorece, porque hablando en lengua vasca «Euskal Herria» es «Pueblo vasco» y «euskal hiria» sería la ciudad vasca. Creo que la palabra «ciudad» en cualquier diccionario de civilizaciones tiene mejor eco, es decir que la ciudad en principio no es de nadie y es de todos, no hay un origen, nadie puede decir esta ciudad es mía porque yo llegué primero. No, esta ciudad es de todos los que han llegado y de todos los que la han construido y la van a construir. En principio además una ciudad admite gente muy diversa, eso lo hemos visto en todas las ciudades. Y mi ideal sería que pasáramos de un espacio donde parece haber una identidad primera, original, pues a un espacio donde haya muchas identidades. Entre ellas desde luego aquella de la que yo participo, la identidad llamada vasca, es decir que yo sí quisiera que en esa ciudad hubiese un buen barrio que hablara la lengua que yo hablo con mis hijas, el euskera, y la lengua en la que escribo. Yo creo que algún día se producirá y que lo notaremos porque la gente en vez de andar un poco sobre el suelo, andará como a veinte centímetros, un poco levitará, levemente para no escandalizar, pero levitará, porque del peso que nos quitaremos de encima. Ahora tenemos mucho peso sobre los hombros.


 

A los vascos,a todos y a cada uno de los vascos.

Así termina el director ‘La pelota vasca’.

A todos y a cada uno. Sin distinción.
No esperaba otra cosa.

Verdad, mentiras

La verdad no se impone a la mentira por el mero hecho de que sea verdad. Ni en los asuntos públicos ni en los privados. Aunque posiblemente todos los asuntos públicos, en cuanto pasan por una mente concreta, son asuntos privados.

Existe la verdad, que es una, y existen múltiples mentiras. Lo que diferencia a la una de las otras es su relación con los hechos. La primera se ciñe escrupulosamente a ellos, las otras los ignoran, los exageran o los mutilan.

Pero esto segundo no escapa de lo primero. Decir «existe la verdad» es verdad, y decir que no existe, o que existe en múltiples formas, es mentira. Pero la verdad no se impone a la mentira por el mero hecho de que sea verdad.

Así que la batalla por la verdad, que es la principal batalla política en un régimen de libertades como el nuestro, no es ni puede ser una batalla meramente racional. Salvo que queramos que sea una batalla perdida.

La mentira se construye y se mantiene a través de los afectos. Son los afectos, las emociones, los que hacen que la mentira nazca y se reproduzca. Un determinado tipo de afectos. Los que surgen de la necesidad de sentido y de pertenencia.

Pero son también los afectos los que hacen que la verdad nos sea más querida que la mentira. La verdad no es luz, ni fulgor, ni revelación ni caída súbita. No conquista por lo que es, sino por lo que somos. Y lo que somos viene condicionado por nuestros afectos individuales. El control que tengamos sobre estos afectos es determinante. Pero ese mismo control vendrá a su vez determinado por otros afectos previos.

La verdad y -especialmente- la mentira no flotan en el vacío. Se transmiten mediante relatos. Un relato funciona cuando es capaz de transmitir durante mucho tiempo y a un gran número de personas unos hechos concretos, una visión de cómo son y cómo fueron las cosas. Esos relatos, esa visión de las cosas, no se quedan en el ámbito privado, sino que condicionan la esfera pública. Hacen que se hagan cosas, y que las cosas se vean de una manera determinada.

Si la esfera pública ha estado dominada durante muchos años por un relato falso, si las mentiras han gobernado los discursos de una gran parte de la población, habrá que reconocer que ese relato ha funcionado. Y habrá que buscar las razones por las que ese relato ha funcionado.

Y si se quiere acabar con las mentiras y con el relato falso, habrá que recordar que la verdad no se impone a las mentiras por el mero hecho de que sea verdad. Para que la verdad se imponga será necesario tener en cuenta los afectos. Mostrar, no sólo demostrar. Pathos, no sólo Logos.

Ésta ha de ser la principal batalla política en un régimen de libertades como el nuestro. Y presenta una complicación: los mismos afectos que hacen que la verdad sea querida suelen rechazar los mecanismos que harían que la verdad se extendiera. El recurso a los afectos, a las emociones.

Alsasua

Toca hablar de lo de Alsasua.

«Lo de Alsasua» era el título de un artículo de Elisa Beni en el que la autora afirmaba que lo de Alsasua no es terrorismo.

Lo de Alsasua, en realidad, aún no se sabe qué fue. Judicialmente, al menos. Es decir, no se sabe qué fue.
No se sabe si fue terrorismo. Precisamente eso es, entre otras cosas, lo que tratará de aclarar la Audiencia Nacional. No se juzgará a los acusados partiendo de la premisa de que aquello fue, efectivamente, terrorismo. Los únicos que parecen conocer cuál debe ser la sentencia son los que defienden que lo de Alsasua fue una simple pelea de bar. O una trifulca. O una discusión con la autoridad. Para qué el juicio, entonces. Para qué, en general, todos los juicios contra «jóvenes vascos» -y navarros- cuyo único crimen sólo puede ser el hecho de que son vascos -o navarros.

No se parte de la premisa de que aquello fue terrorismo. Se parte de ciertos indicios que apuntan a que las agresiones, los insultos y las amenazas que supuestamente los acusados cometieron contra dos agentes de la Guardia Civil y contra sus parejas podrían ser parte de una campaña cuyo objetivo es atemorizar a los miembros de la Guardia Civil para que abandonen diversas localidades de Navarra y del País Vasco.
El juicio determinará cómo ocurrieron los hechos, cuáles fueron esos hechos y si los hechos constituyen o no delito de terrorismo.

Hasta que eso ocurra, podemos fijarnos en otros hechos.

Es un hecho que existe una campaña promovida por la izquierda abertzale para expulsar a la Guardia Civil del País Vasco y de Navarra.
Es un hecho que en algunos pueblos no hay una separación clara entre campañas políticas y fiestas.
Es un hecho que en esas campañas se fomenta el odio a la Guardia Civil. En una de esas campañas, por ejemplo, se recrea una escena -dibujos animados- en la que dos jóvenes destrozan un jeep de la Guardia Civil. «Adiós, perro, y no vuelvas a Euskal Herria» es lo que se puede escuchar en el primer vídeo.

Y es un hecho que en el País Vasco las campañas para expulsar a los «indeseables» cuentan con una gran tradición. La izquierda abertzale se encargaba de señalar a los indeseables, los «jóvenes» comprometidos se encargaban de acosar a quienes se quería expulsar, y los mayores, ETA, se encargaban, cuando podían, de materializar la expulsión definitiva. De asesinar, si usamos un lenguaje no normalizado. Los indeseables eran periodistas, concejales, policías, militares, vecinos que leían «periódicos españolistas», profesores de universidad, jueces, guardias civiles. Las «expulsiones», cuando era ETA quien las llevaba a cabo, salían en la prensa. José Luis López de Lacalle, Manuel Zamarreño, Eloy García Cambra, Pedro Antonio Blanco, José María Lidón, Francisco Tomás y Valiente o Avelino Palma Brioa, entre muchos otros.
Cuando se trataba de expulsiones no definitivas, es decir, cuando no era ETA sino sus cachorros quienes tomaban parte en esas campañas, los hechos no solían salir a la luz. En algunos casos esos jóvenes conseguían expulsar del pueblo a los objetivos de sus acciones, y en otros casos los acosados decidían hacer frente al acoso y permanecer en su casa y en su trabajo, con un enorme coste personal.

Éste es el contexto general de «lo de Alsasua». Efectivamente, el caso sería distinto si se hubiera producido en Murcia, en Cangas de Onís, en Mérida o en Granada. Porque en Murcia, en Cangas de Onís, en Mérida o en Granada no hay campañas para expulsar a guardias civiles ni se aprovechan las fiestas para difundir mensajes de odio entre los jóvenes.

Hasta que no termine el juicio no podremos conocer cuáles fueron los hechos de «lo de Alsasua».
Pero sería conveniente recordar algunos de los hechos que han formado parte del País Vasco y de Navarra desde hace muchísimos años. Al menos si queremos evitar hacer el ridículo al opinar de «lo de Alsasua».