¿Y si hablamos con el vecino del segundo?

d7db4-portada_final_gran
El vídeo no deja de ser una anécdota. Lo repugnante, lo sórdido y lo enfermizo pueden presentarse también bajo esa forma. Los calificativos no modifican el carácter anecdótico del hecho, y el carácter anecdótico del hecho no hace que éste sea menos repugnante, sórdido o enfermizo.

Las anécdotas, como sabemos, pueden ser hechos aislados. O pueden ser algo más. Por lo tanto, habría que aclarar si lo que se ve en el vídeo afecta sólo a esas dos o tres personas repugnantes, sórdidas y enfermas, o si por el contrario se trata de actitudes compartidas por un conjunto más grande.
Lo que se ve en el vídeo es lo siguiente.

Dos ancianos se acercan a una mesa de un colegio electoral para coger las papeletas que depositarán en la urna. Tres interventores, dos de Junts pel Sí y una de la CUP, los observan atentamente. Tan atentamente que se acercan para ver qué papeleta han escogido. Cuando descubren su elección, uno de los interventores de Junts pel Sí comparte con la interventora de la CUP una mirada de complicidad, y sonríe con desgana (y con algo más a lo que no consigo poner nombre. No es sólo arrogancia, no es superioridad.) La interventora de la CUP realiza varias muecas para mostrar el asco que le produce la opción que han elegido. Por último, el otro interventor de Junts pel Sí ríe también, de manera algo más disimulada.

Me resulta muy difícil considerar la escena como algo meramente anecdótico. Seguramente, una de las razones que explican esa dificultad es una imagen que vi hace poco. Es la imagen que he colocado al principio. Es también la portada de un libro, y el título de ese libro, precisamente, es el título de esta entrada. ¿Y si hablamos con el vecino del segundo?
Por segunda vez haré algo que casi siempre me parece innecesario. He descrito un vídeo y ahora voy a describir una imagen. Nunca se sabe.
La portada de ese libro es un dibujo. En el dibujo se ve un bloque de pisos repleto de banderas catalanas. La cuatribarrada, la estelada blava, la estelada vermella. En todos los balcones se exhibe alguna de esas banderas. ¿En todos? ¡No! El vecino del segundo presenta un balcón vacío. Una anormalidad. Y esto es incomprensible para la vecina del primero B, claro. Por eso propone al vecino del primero A ir a visitar al vecino del segundo.

El subtítulo del libro es «La independencia explicada a los indecisos». Así que suponemos, como la vecina del primero, que el vecino del segundo está indeciso. Lo que sí parece claro es que ese vecino necesita un empujón. No hacia la calle, en principio, sino hacia la comprensión. Al fin y al cabo, no está bien dejarle solo con sus dudas. La soledad es muy puñetera, porque te saca de la tribu. Y eso, en una comunidad de vecinos, no es agradable.

banderas-barcelona--575x323

Puede que otra de las razones sea el recuerdo de otra escena que vi también hace poco. Las dos escenas tienen algo en común. La risa y el asco. En este caso, la risa de Mas y el asco de Colau. Ambos se producen cuando Alberto Fernández Díaz intenta colgar una bandera de España del balcón del Ayuntamiento de Barcelona, en el día grande de las fiestas patronales. Momentos antes, Alfred Bosch y Jordi Coronas, ambos de ERC, habían colgado una estelada en ese mismo balcón sin que nadie lo impidiera. Es decir, una bandera no institucional. La española, en cambio, es la que produce la anormalidad. Como el vecino del segundo.
Mas sonríe, como hizo en la final de la Copa del Rey al lado del Jefe de Estado mientras el público, bien organizado, pitaba el himno.
Ada Colau, en cambio, no puede soportar el asco -esas cosas le producen urticaria, diría después- y abandona el balcón. El balcón del Ayuntamiento de Barcelona, del que es alcaldesa. Otra anécdota.
Por último, un tal Pisarello asume el papel de bufón de la corte. Es primer teniente de alcalde de Colau, y cuando Alberto Fernández Díaz saca la bandera, él intenta arrebatársela. Con una media sonrisa nerviosa.

Así que, como decía, habría que aclarar si la actitud repugnante, sórdida y enfermiza de los tres interventores del vídeo es algo anecdótico, o si se trata de un patrón algo más extendido en Cataluña. Habría que aclarar si la normalidad con la que unos interventores espían el voto de unos ancianos, se burlan de ellos y exhiben su asco, es algo anecdótico. Si la invitación a hablar con el vecino del segundo es una forma de hablar, o si va en la línea de las presiones a las familias que quieren escolarizar a sus hijos en castellano. Habría que aclarar si estos padres son también indecisos a los que hay que explicarles las cosas. Muriel Casals, la presidenta de Òmnium Cultural, no tiene dudas; no son indecisos, sino maltratadores.

Habría que aclarar todo eso, pero lo que sí está claro es que abundan las sonrisas en esta Arcadia que se va esbozando entre visitas informativas y acosos a familias. Abundan las sonrisas, siempre cómplices, y el asco. En anécdotas que siempre tienen como protagonistas a esos extraños vecinos indecisos.

7 comentarios sobre “¿Y si hablamos con el vecino del segundo?

  1. Tal vez podríamos resumirlo de esta forma: Puedes tomar la democracia como un sistema para organizar y digerir la discrepancia, o como un sistema para anularla. Pero lo que no puedes es llamarle democracia a las dos opciones, porque son opuestas.

    😉

  2. Quienes vivimos en regiones con una fuerte presencia separatista conocemos bien esas actitudes que describes en esta entrada. Ésas y otras menos amables, como insultos, acosos y agresiones, que es la forma habitual que tiene el nacionalismo de relacionarse con quienes nos atrevemos a llevarle la contraria.

    1. A mí estas otras, en cierto sentido, me parecen peores. Sin quitar un ápice de gravedad a los insultos y ataques, claro. Los desprecios leves no son fruto del apasionamiento, sino del goteo, y están más interiorizados. Y extendidos, claro.

  3. Extraordinario texto. Y ese es el problema de Cataluña a día de hoy, que la voluntad de la tribu prima sobre la libertad individual. Desde mi liberalismo la secesión no me preocupa mucho. Pero lo que sí me preocupa muchísimo es la libertad individual de los no nacionalistas, una libertad individual que si ya es poca (gracias a la dejación del Gobierno central), si llegara la secesión sería aún menos. Muchas gracias por el texto y un saludo.

Deja un comentario